Abril... lluvias, mil.

"The Weaning of Furniture-Nutrition", 1934 (Salvador Dalí)

El cielo está nublado, parece que lloverá, pero el plan de relajarse un rato en la arena de la playa, con el silencio únicamente roto por el sonido del mar, sigue siendo igual de atractivo. Solo hay un grupo de jóvenes jugando al balón, bastante alejados,  y una pareja abrazada tras unas barcas aparcadas varadas en la arena que llevan nombres tan cutres que hacen que nos cuestionemos muchas cosas sobre sus dueños.

La arena es gruesa, con piedras, perfecta para los que odiamos que la arena fina se nos incruste en la piel cuando el calor nos obliga a bañarnos en esas aguas tan desagradablemente saladas y sucias según la zona. Cada piedra es única, como las personas, aunque ellas se dejan llevar por su destino, no tienen elección. Las personas somos más afortunadas, aunque no siempre sabemos aprovechar ese privilegio. El coleccionista de piedras, allí presente, presume de que donó cada una de esas piedras de su infinita colección para formar esa playa, insiste en que es suya, pero nadie lo sabe, y si lo cuenta, nadie se lo cree.

Es extremadamente relajante estar ahí, solo se escucha el sonido de las olas. Y qué impresionante que es aunque estemos acostumbrados. Cerramos los ojos y nos preguntamos qué sensación le debe provocar ese sonido -atronador y continuo- a alguien que nunca haya visto el mar y se encuentre en ese mismo lugar con los ojos tapados, como nosotros en ese mismo instante, pero sin saber dónde se encuentra. Seguimos concentrados en el sonido, parece el de una tormenta seca que nunca va a cesar y que está muy cerca. Todos coincidimos en una misma sensación... el MIEDO.

a Anna y Carles

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